LA SILLA
Ese es solo mi nombre,
el apellido es estilo LuisXV barroca.
Estoy aquí desde hace
décadas, era un salón de té de estilo, ahora se ha quedado en cafetería antigua
o local progre, depende de quién lo nombre.
He conocido todo tipo
de posaderas, escuetas que parece mentira fuesen capaces de enganchar unas
piernas, fofas y temblorosas como un flan de vainilla, otras poderosas y
prietas de roca, esas son las que me han debilitado las patas relegándome al
rincón de las confidencias.
En fin, os podéis
imaginar son muchos años de oficio.
Pero hoy han venido unas
inquietas, cada segundo parecían tener que colocar la osamenta y de pronto una
voz decía: “ profundos ojos oscuros”
declinado a la vez que enderezaba la espalda, y luego al tiempo “galopan mi pensamiento”
¡Era un poema!
Se había sentado en mi
un poeta y escribía del amor.
Me he sentido regocijada,
yo, que lo que conocía de esto era unos tonteos con un sillón orejero cuando
aun brillaba mi barniz en el centro de la sala, y resulto ser tan presumido que
solo hacía que refocilarse en si mismo ante mis miradas.
Y ahora aquellas nalgas
inquietas hablaban febrilmente del amor.
Al decir “aquellos labios de amapola” el movimiento
ha sido tan brusco, que mi pata derecha ha acabado de quebrarse.
Me he roto, y esto ha
acabado con su inspiración.
En este momento estoy
en un cuartucho de anticuario del rastro, haber si se fija en mí un buen
restaurador, y aun puedo disfrutar de algunas mieles de la vida.
La humedad de este
cuarto está matando mis maderas, menos mal que algún que otro domingo sacan mis
telas al sol.
En uno de esos días, un hombre de gafas redondas me ha tocado
con mucho detenimiento, hasta la muesca que tengo en el respaldo ha encontrado.
Y muy despacio ha susurrado “te voy a dejar como la más bonita”
De estas me ha llevado a un cuarto con tanta humedad como el
anterior, que desilusión, aunque este huele a trementinas, disolventes y otras
tantas de cosas que no se identificar.
Esta mañana ha aparecido cantando, me observa y pone a
funcionar una cosa que vibra y hace un
ruido espantoso.
¡Dios mío! Lloro hasta la savia que ya no me queda, me esta
partiendo, Asustada me pregunto si querrá leña, pero no, ya no son tiempos de
leña.
Amargamente veo mi respaldo sin tela, en madera pura, por un
lado y el asiento por otro, quiero morir de la pena, no contento con esto los
ha unido con cadenas, este hombre está loco, que posaderas voy yo a aguantar de
semejante manera, es imposible.
He llorado toda la noche-
Me está hablando todo el rato, como si quisiera consolarme, quizá
note mi tristeza, me dice que me va a convertir en su mejor cuadro ¡no le
creo! Estoy destrozada, todo se ha
acabado.
Después de bastante tiempo, tengo que contar, que si que era
verdad soy un gran cuadro en su salón.
En mi respaldo tengo pintado un frondoso árbol con infinidad
de colores en sus hojas, y en el asiento están finamente marcadas las raíces de
este árbol.
Soy muy hermosa al parecer. Lo digo por las miradas de pasión
del morado sillón orejero que tengo al lado.
Pilar La muy